sábado, 20 de marzo de 2010

191.- Giro Copernicano

Hemos visto recientemente en clase, que Kant dio un "giro copernicano" en la Teoría del conocimiento , situando al sujeto en el centro de la misma y de su relación con el objeto de conocimiento; al igual que Copérnico hiciera con el Sol , cambiando así la visión "geocentrista" por la "heliocentrista".

Una "nueva mirada", una nueva forma de percibir, dio lugar a un nuevo paradigma explicativo...Los cielos eran los mismos, pero no la forma de observarlos.

En su novela "Copérnico", Jhon Banville expone con exquisita calidad literaria las tribulaciones de este astrónomo obsesionado al igual que otros personajes de Banville, en aliviar la desazón de sus interrogantes mediante la búsqueda del conocimiento. Por esta obra,Banville recibió el premio James Tait Black. Banville ahonda en los procesos del pensamiento con una genial maestría.

Aquí extraigo algunos pasajes:

" La vida corría junto a él y él esperaba algo bajo su oleaje, pero no sabía qué, aunque tal vez fuera que lo rescataran "( p. 35)

"El profesor lo miraba con atención, como si estudiara una nueva especie de roedor, presumiblemente arisca" (p. 46)

“Se miró a sí mismo como si se contemplara desde fuera”

" Así como un ciego bobalicón, había intentado llegar a un nuevo destino viajando por las rutas antiguas, había pretendido crear una teoría original con métodos convencionales " ( p. 107)

"Un día, de repente, Dios lo abandonó, aunque es probable que hubiera ocurrido mucho tiempo antes y sólo se diera cuenta entonces. La crisis vino inesperadamente, pues él nunca había cuestionado su fe y se sintió como un traseúnte que se detiene, despreocupado, a mirar una pelea y lo derriban por error con un golpe terrible. Y sin embargo no era exactamente una crisis, pues en su alma no había ni una gran confusión ni dolor, sólo una falta de sensibilidad, un atontamiento" (p. 142)

Los fragmentos citados corresponden a "Copérnico" Jhon Banville Ed. Edhasa, 1990

Imagen: El Astrónomo ( Vermeer- 1668)



sábado, 13 de marzo de 2010

190.- AMABILIDAD .- Leyendo juntos "¿Qué hay que enseñar a los hijos?" (Victoria Camps)

Una persona amable es aquella que se hace digna de amor. Dicho con un lenguaje más llano: la que se hace querer. ¿Cómo lo hace? mostrándose comprensiva, abierta, disponible, dispuesta a echar una mano. En una palabra, no escatimando simpatía. La palabra «simpatía», significa etimológicamente «sentir con»: sentir la alegría y también el dolor del otro, estar con él pase lo que pase, a las duras y a las maduras. Es la misma palabra que «compasión», que también significa «sentir con» el otro. La compasión es un concepto que se ha ido deteriorando con el tiempo, hasta el punto de que uno rechaza que le compadezcan. Identificamos la compasión con la piedad, la caridad, las buenas obras, la limosna, es decir, toda la parafernalia mojigata que acompaña a una más que sospechosa buena conciencia, dispuesta a atender momentáneamente al que sufre parar poder olvidarlo de inmediato. Así entendida, la compasión tiene poco que ver con esa disposición a una amistad cultivada, no sentida en primer término, pero imprescindible para que la vida en común sea cómoda y agradable. Por eso Schopenhauer pensaba que la compasión debía entenderse como «el resorte de la moralidad».Porque la compasión se opone a la crueldad, que es el mal propiamente dicho(...)

Aunque la soledad radical es contraria a la humanidad, todos sentimos el atractivo de la vida solitaria que implica independencia y alejamiento de todo lo que puede molestar. La tendencia a la soledad, a la introversión, es muy característica de la adolescencia. Es la muestra de la «sociable insociabilidad» del ser humano, según la bella expresión de Kant: vivimos en la permanente contradicción de necesitar y querer a los demás y cansarnos de ellos o rechazarlos. Quisiéramos creer que nos bastamos a nosotros mismos pero sabemos que no somos autosuficientes. Para salir de esa paradoja inevitable, no hay más remedio que obligarse a ser sociable, amable, compasivo, simpático. Adam Smith, que fue un gran defensor de la simpatía como base y fundamento de las relaciones humanas, escribió lo siguiente: «la sociedad y la conversación son los remedios más poderosos para restituir la tranquilidad a la mente, si en algún momento, desgraciadamente, la ha perdido; y también son la mejor salvaguardia de ese uniforme y feliz humor que tan necesario es para la satisfacción interna y la alegría». O sea que la amabilidad es tanto un bien para los demás como para la salud, el bienestar y el buen humor de uno mismo. En realidad, no descubrimos nada que no tenga ya muchos siglos. Enseñar a ser amable es partir del supuesto de que sin amor la vida es inhumana. (p 53-55)

Fuente: Extractos de las páginas 53-55 del libro de Victoria Camps "¿Qué hay que enseñar a los hijos?" Ed. Proteus

viernes, 5 de marzo de 2010

189.- 8 de marzo Día Internacional de la Mujer


Sencillos deseos
- Gioconda Belli -

Hoy quisiera tus dedos
escribiéndome historias en el pelo,
y quisiera besos en la espalda,
acurrucos, que me dijeras
las más grandes verdades
o las más grandes mentiras,
que me dijeras por ejemplo
que soy la mujer más linda,
que me querés mucho,
cosas así, tan sencillas, tan repetidas,
que me delinearas el rostro
y me quedaras viendo a los ojos
como si tu vida entera
dependiera de que los míos sonrieran

alborotando todas las gaviotas en la espuma.
Cosas quiero como que andes mi cuerpo
camino arbolado y oloroso,
que seas la primera lluvia del invierno
dejándote caer despacio
y luego en aguacero.
Cosas quiero, como una gran ola de ternura
deshaciéndome un ruido de caracol,
un cardumen de peces en la boca,
algo de eso frágil y desnudo,
como una flor a punto de entregarse
a la primera luz de la mañana,
o simplemente una semilla, un árbol,
un poco de hierba.

Pintura: Among the ruins - Alma Tadema