lunes, 7 de noviembre de 2011

226.- El conocimiento humano ( sobre el escepticismo )


"La razón nos sirve para examinar nuestros supuestos conocimientos, rescatar de ellos la parte que tengan de verdad y a partir de esa base tantear hacia nuevas verdades. Pasamos así de unas creencias tradicionales, semiinadvertidas, a otras racionalmente contrastadas. Pero ¿y la creencia en la razón misma? (…) ¿Y la creencia en la verdad? ¿No podrían ser también acaso ilusiones nada fiables y fuentes de otras ilusiones perniciosas? Muchos filósofos se han hecho estas preguntas: lejos de ser todos ellos decididos racionalistas, es decir creyentes en la eficacia de la razón, abundan los que han planteado serias dudas sobre ella y sobre la noción misma de verdad que pretende alcanzar. Algunos son escépticos, es decir que ponen en cuestión o niegan rotundamente la capacidad de la razón para establecer verdades concluyentes; otros son relativistas, o sea, creen que no hay verdades absolutas sino sólo relativas según la etnia, el sexo, la posición social o los intereses de cada cual y que por tanto ninguna forma universal de razón puede ser válida para todos; los hay también que desestiman la razón por su avance laborioso, lleno de errores y tanteos, para declararse partidarios de una forma de conocimiento superior, mucho más intuitiva o directa, que no deduce o concluye la verdad sino que la descubre por revelación o visión inmediata. Antes de ir más adelante debemos considerar sucintamente las objeciones de estos disidentes.
Empecemos por el escepticismo que pone en duda todos y cada uno de los conocimientos humanos; más aún, que duda incluso de la capacidad humana de llegar a tener algún conocimiento digno de ese nombre. ¿Por qué la razón no puede dar cuenta ni darse cuenta de cómo es la realidad? Supongamos que estamos oyendo una sinfonía de Beethoven y que, con papel y lápiz, intentamos dibujar la armonía que escuchamos. Pintaremos diversos trazos, quizá a modo de picos cuando la música es más intensa y líneas hacia abajo cuando se suaviza, círculos cuando nos envuelve de modo grato y dientes de sierra cuando nos desasosiega, florecitas para indicar que suena líricamente y botas militares al tronar la trompetería, etc. Después, muy satisfechos, consideraremos que en ese papel está la «verdad» de la sinfonía. Pero ¿habrá alguien capaz de enterarse realmente de lo que la sinfonía es sin otra ayuda que tales garabatos? Pues del mismo modo quizá la razón humana fracasa al intentar reproducir y captar la realidad, de cuyo registro está tan alejada como el dibujo de la música... Para el escéptico, todo supuesto conocimiento humano es cuando menos dudoso y a fin de cuentas nos descubre poco o nada de lo que pretendemos saber. No hay conocimiento verdaderamente seguro ni siquiera fiable cuando se lo examina a fondo.

La primera respuesta al escepticismo resulta obvia: ¿tiene el escéptico por segura y fiable al menos su creencia en el escepticismo? (…) Si nada es verdad, ¿no resulta ser verdad al menos que nada es verdad? En una palabra, se le reprocha al escepticismo ser contradictorio consigo mismo: si es verdad que no conocemos la verdad, al menos ya conocemos una verdad... luego no es verdad que no conozcamos la verdad. (A esta objeción el escéptico podría responder que no duda de la verdad, sino de que podamos distinguirla siempre fiablemente de lo falso...) Otra contradicción: el escéptico puede dar buenos argumentos contra la posibilidad de conocimiento racional pero para ello necesita utilizar la razón argumentativa: tiene que razonar para convencernos (¡y convencerse a sí mismo!) de que razonar no sirve para nada. Por lo visto, ni siquiera se puede descartar la razón sin utilizarla. Tercera duda frente a la duda: podemos sostener que cada una de nuestras creencias concretas es falible (ayer creíamos que la Tierra era plana, hoy que es redonda y mañana... ¡quién sabe!) pero si nos equivocamos debe entenderse que podríamos acertar, porque si no hay posibilidad de acierto -es decir, de conocimiento verdadero, aunque todavía nunca se haya dado-, tampoco hay posibilidad de error. Lo peor del escepticismo no es que nos impida afirmar algo verdadero sino que incluso nos veda decir nada falso. Cuarta refutación, de lo más grosero: quien no cree en la verdad de ninguna de nuestras creencias no debería tener demasiado inconveniente en sentarse en la vía del tren a la espera del próximo expreso o saltar desde un séptimo piso, pues puede que el temor inspirado por tales conductas se base en simples malentendidos.

 De todas formas, el escepticismo señala una cuestión muy inquietante: ¿cómo puede ser que conozcamos algo de la realidad, sea poco o mucho? Nosotros los humanos, con nuestros toscos medios sensoriales e intelectuales... ¿cómo podemos alcanzar lo que la realidad verdaderamente es? ¡Resulta chocante que un simple mamífero pueda poseer alguna clave para interpretar el universo! El físico Albert Einstein, quizá el científico más grande del siglo XX, comentó una vez: «Lo más incomprensible de la naturaleza es que nosotros podamos al menos en parte comprenderla». Y Einstein no dudaba de que la com-prendemos al menos en parte. ¿A qué se debe este milagro? ¿Será porque hay en nosotros una chispa divina, porque tenemos algo de dioses, aunque sea de serie Z? Pero quizá no sea nuestro parentesco con los dioses lo que nos permita conocer, sino nuestra pertenencia a aquello mismo que aspiramos a que sea conocido: somos capaces -al menos parcialmente- de comprender la realidad porque formamos parte de ella y estamos hechos de acuerdo a principios semejantes. Nuestros sentidos y nuestra mente son reales y por eso logran mejor o peor reflejar el resto de la realidad.

      Quizá la respuesta más perspicaz dada hasta la fecha al problema del conocimiento la brindó Immanuel Kant a finales del siglo XVIII en su Crítica de la razón pura. Según Kant, lo que llamamos «conocimiento» es una combinación de cuanto aporta la realidad con las formas de nuestra sensibilidad y las categorías de nuestro entendimiento. No podemos captar las cosas en sí mismas sino sólo tal como las descubrimos por medio de nuestros sentidos y de la inteligencia que ordena los datos brindados por ellos. O sea, que no conocemos la realidad pura sino sólo cómo es lo real para nosotros. Nuestro conocimiento es verdadero pero no llega más que hasta donde lo permiten nuestras facultades.

( Fernando Savater “Las preguntas de la vida” Ed. Ariel págs  55-59 )

20 comentarios:

Yeray Hdez 1º Bach E dijo...

Una dosis de escepticismo está bien porque eso nos hace dudar de las cosas, duda de que podamos conocer las cosas absolutamente, de no creerse todo a simple vista sino siempre dar el beneficio de la duda, pero no siempre es bueno porque eso nos hace convertirnos en pesimistas, eso no nos ayuda a reflexionar.Y el escepticismo radical no es nada recomendable porque eso nos provoca el abandono de la búsqueda del conocimiento, una parálisis intelectual.Eso favorece en que caigamos en la pasividad y el conformismo, aceptamos lo que hay, por eso ha de evitarse.La actitud ideal es la crítica.

Yaisy Ferrera 1º Bach E dijo...

Un escepticismo moderado es parte de la clave para que el ser humano esté lo más cerca posible de la verdad, es decir, la duda razonable hace que entendamos que no existe una verdad absoluta ya que esta puede incluso cambiar o existir varias versiones de ella. El escepticismo nos propone una concienciación de que no existe una forma humana totalmente certera para descubrir si una afirmación es falsa o verdadera.

Por otra parte un comportamiento de escepticismo radical nos aleja claramente no solo de la verdad sino incluso de cualquier intento de conocerla o tan siquiera de cambiarla. En la práctica, a pesar de favorecer la pasividad y el conformismo nos perjudica en un abandono total de la crítica al sistema establecido y anula cualquier posibilidad de cambiar las cosas visto que nada se sabe, nada se cambia.

Yaisy Ferrera 1º Bach E dijo...

En mi opinión personal, tener una actitud escéptica en pequeñas dosis nos favorece no solo en el exterior sino en el interior de nosotros. Cuestionarse la forma en que percibimos el mundo y compartirlo con otros nos ayuda a comprender mejor lo que nos rodea y formarnos nuestra propia opinión de una forma más coherente y lógica como también a no juzgar hasta tener un amplio conocimiento del tema o creernos cualquier cosa que se nos afirme. Con una actitud radical, sin embargo, no se puede sino hacernos daños a nosotros mismos y perjudicarnos como seres sociales que somos. Sería un gran obstáculo en nuestra evolución e incluso para la supervivencia de nuestra propia especie. ¿Qué sería de un mundo en el que no se tienen creencias que defender, opiniones que compartir, razones que contradecir o verdades que cambiar? Desde luego no sería la mejor opción para nosotros.

Guillermo de los Mozos dijo...

Interesante y filosófico blog, se nota que eres una persona tan inquieta como yo. Te invito a visitar y comentar mi blog. Un saludo y sigue así....
http://gmozos.blogspot.com/

Christian Alonso 2º Bach A dijo...

Sin lugar a dudas hay quien si que llega más allá, quien si que se atreve a adentrarse en ese fantástico mundo que es el de las ideas, el del razonamiento, ese mundo al que muchos ni le ponemos atención, sino simplemente nos dedicamos a acatar normas, a veces sin cuestionarlas, sin importarnos las repercusiones que tenga.

Desde mi punto de vista la postura de Fernando Savater es muy interesante, poiendose en contra del escepticismo y no dejando lugar a las preguntas sin respuesta pues éstas preguntas son las que realmente nos llevarán a acercarnos un poco más al verdadero conocimiento.

Destaco un apartado que me ha chocado mucho dada la capacidad de comprensión de este hombre, y que consigo relacionar, dado a mis vagos conocimientos filosóficos con algo que hemos estudiado hace poco:

“Si nada es verdad, ¿no resulta ser verdad al menos que nada es verdad? En una palabra, se le reprocha al escepticismo ser contradictorio consigo mismo: si es verdad que no conocemos la verdad, al menos ya conocemos una verdad... luego no es verdad que no conozcamos la verdad”
Curiosa frase que nos presenta y que si que tiene mucho sentido común. Aún pareciendo un trabalenguas nos quiere decir que por poco que conozcamos, por muy pocas facultades de comprensión que tengamos en comparación a lo que sería un razonamiento hiperdesarrollado, podemos llegar a la conclusión de que si que sabemos algo aunque no sepamos nada, pero podemos decir que sabemos que no conocemos la verdad. En un punto de reflexión que hago, y puede que esté bien propuesto o no, llego a la conclusión a la que llegó el filósofo SÓCRATES , pero con mucha menos capacidad de razonamiento, podriamos relacionar su famosa frase que decía, aunque no la redacte textualmente “ Yo lo único que se es que no se nada” con ésta parte del texto

Omar García 1º SP B dijo...

Siempre y cuando hablemos de una pequeña dosis de escepticismo, éste es bueno ya que ésta nos puede llegar a producir efectos beneficiosos para nuestra mente humana. Perocuando hablamos del escepticismo radical es contrario a cualquier tipo de investigación teórica, lo que provoca una parálisis del intelecto y el abandono del a búsqueda del conocimiento, además de producir efectos negativos en la práctica convirtiéndonos en personas pasivas y conformistas.

Una persona escéptica tiene el pensamiento de que todo está descubierto y que no hay nada que investigar, y siempre surgirá la duda pues no hay nada seguro, no existe un conocimiento cierto. Por ello, un escéptico nunca podrá afirmar ningún hecho, ya que para ellos no hay forma de saber si una afirmación es cierta o no.

Tania García 1º Bach E dijo...

Dado que “escepticismo” hace referencia a la afirmación de que la verdad no existe o que el hombre es incapaz de conocerla, caso de que exista, comento que:

El hombre necesita creer en algo, ya sea un ser divino o cualquier otra tendencia religiosa. A lo largo de su vida necesita un apoyo en el cual mantener ocupada su mente.

Por ello que, “no es recomendable un escepticismo radical” porque ha de tener algo en lo que creer. Aunque por lo contrario tampoco ha de pasarse media vida pensando en “una verdad superior” teniendo otros asuntos que meditar y tratar.

Jesus David Gonzalez Lorenzo dijo...

Poner un poco de duda en algo no es malo, por ejemplo cuando nos cuentan las noticias que mañana lloverá, no es malo dudar de esa afirmación, o de otras. Un exceso de duda nos lleva a cerrar las puertas a toda investigación teórica y abandonaremos toda busqueda de conocimiento.

El esceptisismo radical tambien tiene efectos nocivos en el terreno práctico, al mismo tiempo que impide la crítica del sistema establecido y la posibilidad de mejorar las cosas.

Martina 1º Bach F dijo...

Teniendo en cuenta que el “escepticismo” niega toda la posibilidad de conocer la verdad y cuestionar o poner en duda algunas afirmaciones que bajo algunos contextos se dan por sentado,pienso que en nuestro pensamiento en algunas ocasiones debe de existir la duda acerca de algunas afirmaciones que ya existen y que las mismas se demuestren, como por ejemplo de ¿de dónde venimos?

Priscila Heredia 1º Bach F dijo...

Las grandes conquistas como los derechos humanos fueron debidas a personas que lucharon por esos derechos y que no "pasaban" de las cosas. La acción mueve el mundo, si nostros no ayudamos, nada va a cambiar, si ponemos nuestro granito de arena y mas personas lo hacen ya serian muchos granitos de arena y podriamos hacer algo para ayudar el mundo.

Una dosis pequeña de escepticismo está bien pero estaria mal si siempre dudáramos.

La persona que tiene criterio es una persona que discierne y se queda con lo que ha aprendido. El dogmatismo y el escepticismo radical hay que evitarlo.

Samuel Anceaume 1ºBach F dijo...

Para mí el escepticismo es una expresión de que nunca se sabe lo que puede pasar con certeza, siempre tendrá algún inconveniente nuestro conocimiento por la propia forma humana .

Si todos razonamos de la misma manera o forma nunca habrá ninguna iniciativa, siempre dudaremos de todos los conocimientos adquiridos que podemos obtener nosotros mismos y de otros seres humanos.

El único inconveniente seria que si todos pensamos de la misma manera, nuestra respuesta siempre serán correctas sin haber escuchado las opiniones de los demás aunque también deberíamos de pensar “que si no crees en si mismo nadie creerá en ti”, hay veces que uno se debe de arriesgar y expresar lo que en verdad piensa aunque se equivoque, si no nunca aprenderemos un criterio propio.

Liliana 1º Bach F dijo...

Sin este tipo de pensamiento el conocimiento, no cambiaria, por que el hecho de dudar coloca a prueba el conocimiento lo reafirma o lo destruye si crees que lo sabes es el correcto no puedes tener otras opciones para elegir y entonces ese conocimiento no podría ser contrastado, por lo que una dosis de escpticismo es prudente.

Tebi Lorenzo 1º Bach B dijo...

Yo creo que en pequeñas dosis, ser escepticista en nuestros pensamientos es beneficioso ya que altener una actitud algo incrédula, cuando descubrimos algo curioso puede generarnos mucho mas interés en ello y despertarnos más interés o más ganas de saber, de ser críticos con un poco de escepticismo

Margarita Hdez 1º Bach B dijo...

Una dosis de escepticismo es buena porque si no fuéramos algo escépticos, significaría que somos muy crédulos, nos creeríamos en todo y no tendríamos ni criterio ni opinión propia. Seríamos personas fáciles de engañar y con ideas contradictorias. ¿El escepticismo radical? No, porque entonces no creeríamos en nada, poniendo en duda cualquier idea. Nos negaríamos a pensar y razonar cual es la verdad de las cosas. Nos estancaríamos en nuestro crecimiento intelectual.

Carlos Javier Oliva 1F dijo...

La tesis principal del escepticismo afirma la imposibilidad de asumir ningún conocimiento seguro e indudable. Los escépticos no creen que puedan llegar nunca a conocer nada con certeza, siempre encontraran algún motivo de duda. El escepticismo nace de la duda y desemboca en la incertidumbre. No hay nada seguro, ninguna verdad indudable, ningún conocimiento cierto. Como consecuencia de esto, los escépticos recomiendan que nos abstengamos de afirmar nada, conscientes de que no hay forma humana de determinar si una afirmación es verdadera o falsa. La aptitud escéptica, cuando es radical, cierra la puerta a toda investigación teórica y, en consecuencia, comporta la parálisis intelectual, el abandono de toda búsqueda del conocimiento. Por otra parte, el escepticismo radical también tiene efectos nocivos en el terreno práctico, en la medida en que favorecen la pasividad y el conformismo, al mismo tiempo que impide la crítica del sistema establecido y la posibilidad de mejorar las cosas. Es por esto que debemos ser un poco escépticos para tener criterio personal sobre algo y a su vez no ser un escéptico radical porque de ser así estaríamos cerrados a la investigación y el conocimiento de ciertos hechos. Una pequeña dosis de escepticismo es conveniente en todo momento de nuestras vidas, pues nos brinda la posibilidad de debatir y analizar cualquier acontecimiento aportando un mejor conocimiento sobre el mismo, mientras que el escepticismo radical cierra el camino hacia una mejor investigación, y al ejercicio de confrontación y aportación.

Para mí el escepticismo es la actitud de cuestionar o poner en duda algunas afirmaciones que se dan por sentado. Pienso que en la vida tenemos que ser un poco escépticos para no creernos todo lo que nos digan a la primera, pero a su vez no ser escépticos radicales porque de lo contrario pondríamos en duda todo lo que nos dijeran.

Omar Siverio 2º Bach A dijo...

No estoy de acuerdo con el escepticismo porque pienso que necesitamos la confianza en la razón para establecer el origen de las cosas. Si no hubiera razón, no habría existido el conocimiento y a su vez la filosofía no hubiera aparecido.
No podemos poner en duda todos los conocimientos humanos porque si no no confiaríamos en el ser humano y no hubiera habido evolución.

En cambio, con el relativismo si estoy de acuerdo porque la verdad es diferente según la etnia, el sexo, la posición social..., todas pueden contener la misma información pero con diferentes opiniones y con diferentes versiones.

Luis Muiño dijo...

Los psicoterapeutas, que andamos buscando por todas partes ideas abstractas pero prácticas, siempre nos hemos preocupado por este tema. Da la impresión de que el escepticismo nos acerca a la verdad, pero también nos aleja de la acción. Y no parece buena cosa tener que elegir entre la credulidad sumisa y la parálisis vital.

Para intentar salir del atolladero, yo tengo una regla práctica: en los temas intrascendentes creo que es más adaptativo ser apasionadamente creyente en lo que sea. Y en las cuestiones trascendentes creo que funcionamos mejor cuando somos escépticos.
La gente más feliz que conozco es la que tiene claro que la certidumbre de las respuestas depende de la importancia de las preguntas. Creo que es bueno saber qué equipo queremos que gane el partido, pero también es bueno dudar a qué partido político queremos votar.

Merce dijo...

Luis:

¡Qué alegría verte por aquí!
Tomo tus frases "Creo que es bueno saber qué equipo queremos que gane el partido, pero también es bueno dudar a qué partido político queremos votar."

y le añado que es bueno y necesario saber a qué queremos "jugar", qué tipo de sociedad queremos construir.

Yéssica Galván 1º Bach B dijo...

Una persona escéptica radical puede convertirse en “pasota” y ”conformista” ya que al no haber remedio contra lo que el defiende, crea una desconfianza continua en su vida, lo cual produce una desgana en todo lo que piensa y lo que hace, y termina por no tener intéres en todos los aspectos de su vida adoptando una actitud pasiva ante la vida cuya consecuencia es el conformismo y la resignación.

La dama esceptica dijo...

Me asomo a vuestra página dado, como sabe la moderadora, mi querida compañera de disfunciones educativas(...)que mi apellido es "escéptica)
Lo soy porque hace tiempo que dejé de creer en ciertas bondades teóricas del ser humano, en ciertas actitudes y también, lo reconozco, en ciertos esfuerzos por cambiar la sociedad a base de pensamientos, diálogos y educación a mansalva.
La realidad nos enseña lo que se puede y no se puede. La historia nos muestra las luchas fracasadas, los intentos fallidos... Creo en el hombre, como individuo, no en la sociedad como elemento de cambio.
Un escéptico, como yo, puede ser bastante pesimista, pero no por ello deja de luchar y plantearse la posibilidad de mejora. Es más lo desea con todas sus fuerzas, pero duda, terriblemente, de poder conseguir algo.
En realidad un escéptico no es quien niega la posibilidad de conocer, sino de actuar sobre ese conocimento, de cambiar el mundo hacia mejor. De poder hacerse no viviríamos en el mundo en que vivimos... Al menos (disculpad mi ignorancia filosófica) yo me consider un poc "engañada" por la vida, que nos dice que somos seres inteligentes, libres y lo mejorcito del mundo, pero luego nosotros demostramos que no es para tanto...
Seguir así, chicos, que a lo mejro vosotros me haceís cambiar de ideas y me demostraís que el mundo puede cambiar con el esfuerzo de todos y el entusiasmo de las jóvens generacioens.
Y un besazo a Merce...